4 de septiembre de 2018

STONES: EN EL 48 ANIVERSARIO DE ‘GET YER YA-YA’S OUT!’


Un día como el de hoy, pero hace 48 años, los Rolling Stones lanzaban a la venta GET YER YA-YA´S OUT – THE ROLLING STONES IN CONCERT, su segundo disco en vivo (después del Got Live If You Want It!, de 1966), el más celebrado de todos los que editaron en ese estilo, y también considerado uno de los trabajos “en directo” más clásicos de la historia del rock, que registraba material extraido de cuatro shows del grupo en el Civic Center de Baltimore y en el Madison Square Garden de New York City de la gira del año anterior. La gira americana de 1969 no sólo había puesto a los Stones de vuelta en la carretera después de 2 años de inactividad en lo que a escenarios se refiere, sino que además fue el tour presentación del grupo junto a su nuevo integrante Mick Taylor, convocado para reemplazar a Brian Jones, fallecido unos meses antes, en julio de ese mismo año. Para entonces los Stones ya habían sido galardonados como una de las grandes bandas de rock del planeta, tanto por el público como por el mundo del showbiz, lo que explica la introducción del mánager de gira Sam Cutler al inicio de cada show, cuando los presentaba como “la banda de rock más grande del mundo”, también presente antes de la primera canción del disco.
La segunda razón por la que la banda decidió lanzar un álbum en vivo de la mencionada gira (la primera en USA desde julio del ’66, y que se extendió desde el 7 de noviembre en Fort Collins, Colorado, hasta el 21 de diciembre en Londres) fue para ponerle freno a una situación que se les venía escapando de sus propias manos, que fue la de contrarrestar las ventas de Live'r Than You’ll Ever Be, disco pirata puesto en venta por el (también pirata, claro) sello Lurch Records, que registraba la actuación del grupo en el Oakland–Alameda County Coliseum Arena del 9 de noviembre, y a la que luego también se le sumarían otras versiones de sellos no oficiales.Tal fue la popularidad del “bootleg” (cuyo sonido fue registrado de modo profesional, y que vendía como pan caliente) que la compañía Decca terminaría obligando a los Stones a editar su propio trabajo en vivo.
En Argentina, como en muchos otros países latinoamericanos, el disco fue editado bajo el extraño título de Saca Tu Burro de Aquí (más que seguramente porque no podían encontrar otra manera de traducir el título original, que según cuenta la historia descripta en algún libro sobre los Stones refería a una frase del vudú haitiano, o bien inspirado en “Get Yer Yas Yas Out”, canción del blusero Blind Boy Fuller…¿y si mejor lo dejaban como estaba?) Así las cosas, Get Yer Ya-Ya’s Out! terminó marcando un punto altísimo en la carrera de los Stones, situándolos nuevamente en la cúspide de la escena, y anteponiéndose dulcemente al oscuro momento que algo después les tocaría vivir durante la misma gira con el trágico concierto en Altamont el 6 de diciembre. Pero esa es otra historia.

2 de septiembre de 2018

A 37 AÑOS DE “1234”, CUARTO ÁLBUM SOLISTA DE RONNIE WOOD


Continuando con la cadena de aniversarios, hoy nos toca el no. 37 de “1234”, o tal el nombre que Ronnie Wood eligió para titular a su cuarto álbum solista, que salió a la venta el 2 de septiembre de 1981. Por empezar, no obviemos la gran lista de invitados que RW convocó para el disco. Son más de 20, pero a la hora de nombrar a los más reconocidos no podemos dejar de mencionar a Charlie Watts (no hace falta aclarar nada), Ian McLagan (casi que tampoco, pero al desprevenido le vendrá bien saber que fue su ex compañero en los Faces), Bobby Keys (nada por decir), Nicky Hopkins (nada que agregar), Waddy Wachtel (compañero de banda en los Winos de Keith Richards y mucho antes sesionista de uno y mil artistas), la legendaria estrella del soul Bobby Womack (con quien Ronnie compartía algo más que la música), los bateristas Jim Keltner y Ian Wallace (sesionistas de aquellos y con gran historial a cuestas), Robin Le Mesurier (miembro estable de la banda de Rod Stewart a comienzos de los ’80s), Anita Pointer (de las Pointer Sisters), Clydie King (que fue parte de aquellos magníficos coros vocales femeninos en Exile On Main St.), etc.

Semejante seleccionado fue convocado por el co-productor del disco Andy Johns (otro notable en la carrera stoniana) a pasar por Los Angeles y Hollywood, donde Ronnie vivía por entonces, para participar de las sesiones del álbum en cuya tapa Ronnie aparece montado a un camello y, claramente, en una postal a todo descontrol y fiel al momento en que Ronnie transitaba por entonces en su vida personal: la de escaso de divisas y lidiando con una adicción a la pasta base que se extendió por 1 año y medio (para detalles más escabrosos, recomiendo leer su autobiografía “Ronnie”, o la de su ex-mujer Jo Wood) En cuanto a las canciones del disco en sí, Ronnie nunca sonó tan Dylan, más allá de su clásico parecido en el registro de la voz. Tanto es así que muchos llegaron a pensar que era el mismísimo Dylan que las cantaba al sonar en las radios por aquel entonces. 1234 presenta nueve canciones sucias, desgarradas, y a tono con la vida rápida y salvaje que su intérprete atravesaba por entonces. Aquí hay rock’n’roll estricto como la que abre y le da título al álbum, “Outlaws” (la única del disco que alguna vez fue tocada en vivo, y recién 8 años después el en el tour conjunto de RW junto a Bo Diddley bajo el nombre de The Gunslingers) o “Down to the Ground”, blues instrumental (“Redeyes”, un viejo demo de los Stones en el que cantaba Jagger), baladas acústicas (la hermosa “Priceless” o la muy FM “Fountain of Love”), y las mencionadas en las que Wood suena como Dylan (“Wind Howlin’ Through”, “She Was Out There” y “She Never Told Me”) El disco pasó apenas desapercibido por los ránkings de aquella época, y en definitiva no le sirvió a Ronnie para siquiera financiar la adicción que le trajo varios problemas aparejados. Hubo que esperar 11 años para que lanzara su próximo trabajo solista Slide On This, del ’92, pero esa es otra historia. Como sea, amo este disco, y no pienso parar de recomendarlo. Enjoy.
LADO A: 1. 1 2 3 4/ 2. Fountain Of Love/ 3. Outlaws/ 4. Redeyes/ 5. Wind Howlin' Through
LADO B: 1. Priceless/ 2. She Was Out There/ 3. Down To The Ground/ 4. She Never Told Me


31 de agosto de 2018

ROLLING STONES: A 45 AÑOS DE ‘GOATS HEAD SOUP’


La presente jornada también nos trae un segundo aniversario stoniano, y es el de los 45 años de GOATS HEAD SOUP (álbum del grupo no. 11 editado en Inglaterra, y el 13 en USA), originalmente denostado por muchos de los críticos de aquel momento, que no supieron entenderlo. De algún modo GHS (que se conoció aquí como SOPA DE CABEZA DE CABRA, ¡al fin una traducción correcta!) fue el disco que marcó la entrada del grupo en el sonido que por primera vez los alejaba de sus raíces musicales, un poco para experimentar, y otro tanto para adelantarse a la era que venía.

Si esos críticos esperaban que los Stones volvieran a coquetear con el blues y el rock más sucio, como lo habían hecho en Sticky Fingers (y aún mucho más en Exile on Main Street), se vieron decepcionados cuando se encontraron con un trabajo mucho más melodioso y radial que ante todo se basó en baladas ricas en arreglos de cuerdas (con “Angie” a la cabeza, seguida por “Winter”) y apenas tres canciones de pura cepa del sonido más tradicional de la banda: “Dancing with Mr. D” (que después de muchos años fue rescatada para ser tocada en vivo en la gira europea del año pasado), “Silver Train” (que Mick y Keef escribieron originalmente para Johnny Winter, y donde Taylor se luce como nunca con tocando slide) y claro, la muy polémica “Star Star”, cuya letra le trajo al grupo más de un problema, como bien sabemos.
Grabado principalmente el año anterior en los estudios Dynamic Sounds de Kingston, Jamaica, lo que al fin y al cabo terminó haciéndolo tan especial es precisamente el resto del contenido, con canciones muy poco tocadas como “100 Years Ago” (¿cómo es que nunca la reflotaron?), “Can You Hear the Music” o “Hide Your Love”, culminando con la gran “Doo Doo Doo Doo Doo (Heartbreaker)”, que terminó convirtiéndose en un clásico en vivo con el correr del tiempo (sin ir
más lejos, presente en casi todos los shows del tour de Voodoo Lounge 1994-1995) Y acaso la perla más codiciada, “Coming Down Again”, una de las mejores baladas cantadas por Keith Richards (segunda canción en la historia del grupo de la cual se encargó de la primera voz, después de “You Got the Silver”) y dueña del eterno misterio que nos lleva a preguntarnos una vez más: ¿por qué nunca la hizo en vivo? Por el resto, GOATS HEAD SOUP es un disco suave y agradable al oído, de sonido poco agresivo, con intenciones de difusión comerciales muy claras, y que les trajo deparado a los Stones un tour presentación que se extendió por 2 meses ese mismo año. Enjoy.

A 50 AÑOS DE LA EDICIÓN DE ‘STREET FIGHTING MAN’, LA CANCIÓN MÁS POLÍTICA DE LOS ROLLING STONES


Cumpliéndose hoy 50 años del single STREET FIGHTING MAN/ NO EXPECTATIONS (editado en USA originalmente el 31 de agosto del '68), dejo por aquí un extracto de la nota que escribí en el 2016, en la cual hago referencia a la canción.
NO ES SÓLO ROCK AND ROLL: 5 CANCIONES POLÍTICAS DE LOS ROLLING STONES
https://sonaglioni.wordpress.com/2016/10/19/no-es-solo-rock-and-roll-5-canciones-politicas-de-los-rolling-stones/

“Por todas partes escucho el sonido de pies marchando y que van a la carga, muchacho/ Porque llegó el verano y es el momento ideal para pelear en las calles, muchacho”. Con declaraciones semejantes, la canción que abría el lado B del gran álbum Beggars Banquet de 1968 no demoraría en traerles a sus creadores todo tipo de prohibiciones. Jagger se había inspirado en el escritor y periodista (y, más que nada, activista político de izquierda) de origen pakistaní Tariq Ali, quien ese mismo año fue el principal impulsor de una manifestación antibélica contra la guerra de Vietnam en la embajada norteamericana en Londres. Fue también a mediados de 1968 que un grupo de estudiantes secundarios franceses que protestaban ante la sociedad de consumo generalizada, a los que luego también se les sumarían los sindicatos, los obreros de la industria y hasta el mismísimo Partido Comunista galo, lograron la mayor revuelta estudiantil y huelga generalizada de la historia de ese país, a la que pronto se le sumarían otras naciones. El Mayo Francés fue el hecho que terminó convenciendo a Jagger de crear la letra de no sólo la canción más política que el grupo haya grabado, sino también uno de los himnos revolucionarios más significativos de la historia del rock. “Hey! Creo que es el momento indicado para una revolución en el palacio/ Porque donde yo vivo el juego que se practica es la solución de acuerdo mutuo”. Cuando la canción fue editada en agosto, ya las revueltas estudiantiles se habían expandido a lo largo de una buena parte de Europa y los EE.UU., por lo que la BBC se negó a pasar el disco, temiendo incitar a más violencia. Las autoridades decidieron tildar a “Street Fighting Man” de subversiva, y las estaciones de radio de la ciudad de Chicago, donde poco antes había tenido lugar una serie de disturbios callejeros durante la Convención Democrática Nacional (y en el mismo año del asesinato de Martin Luther King Jr.), también se opusieron a difundirla. La tapa original del single, que reproducía imágenes reales de represión policial durante una manifestación, acabó siendo retirada de circulación, hecho que más tarde la convertiría en uno de los ítems coleccionables más caros que existan. Entre tanto, Jagger no se perdió la oportunidad de haber formado parte de una de las tantas protestas públicas anti Vietnam en la plaza londinense de Grosvenor Square. “¿Pero qué puede hacer un pobre chico excepto cantar en una banda de rock’n’roll?/ Porque en la adormecida ciudad de Londres no hay lugar para un luchador callejero”

29 de agosto de 2018

PETER TOSH: “LA PAZ ES EL DIPLOMA QUE OBTIENES EN EL CEMENTERIO”


Después de tanta cosa escrita sobre su figura, no resulta difícil deducir que Peter Tosh no era lo que se dice precisamente un hombre de paz. Pero sí un ferviente revolucionario muy creyente de sus convicciones y dispuesto a luchar por ellas al costo que sea. Como le dijera a la audiencia en el famoso concierto One Love Peace de Kingston en 1978, “la paz es el diploma que obtienes en el cementerio” Sabía lo que estaba haciendo, y aunque hoy resulte imposible de creer, dadas las circunstancias que rodeaban a su país por aquellos años, Tosh arriesgó su vida con uno de los discursos políticos más apasionados y peligrosos que haya dado un músico. Y peor aún, dirigiéndose a los dos principales políticos de Jamaica, el primer ministro Michael Manley y Edward Seaga, el líder de la oposición, que estaban presentes en el festival aquel día. Tosh, entonces, más que nada, creía en la acción. Al fin y al cabo había sido el miembro militante por excelencia de los Wailers, la banda de reggae más grande del mundo, pero en comparación con él, Bob Marley parecía una simple estrella del pop. La retribución fue inevitable y llegó cinco meses después, el día en que fue llevado a una estación de policía y golpeado implacablemente hasta que le abrieron el cráneo. Pero sobrevivió haciéndose pasar por muerto.

STONES: EN EL 29 ANIVERSARIO DE ‘STEEL WHEELS’


La fecha de hoy nos recuerda el 29 aniversario (más fácil que decir vigésimonoveno) de la edición de otro álbum de los Stones, que en este caso corresponde a Steel Wheels, lanzado el 29 de agosto de 1989. Un disco "de verano" con canciones "de verano" ¿Mucho calor? Porque eso es lo que el grupo se propuso para concluir su tumultuoso paso de mediados a fines de la década del '80 (y que también sirvió para que Mick y Keith hagan las paces), con un tour a la vista que tal cual lo esperaban resultó un éxito tanto en USA como en Europa (el de Urban Jungle, al año siguiente) Y si para muestra basta un botón, ¿qué mejor indicación de que así fue deliberadamente planificado con una canción como "Mixed Emotions" para promocionarlo? Aaah los '80, la era MTV y todo eso....Un disco de canciones frescas y pegadizas (la mencionada, más "Rock and A Hard Place" o "Terrifying", liderando el estilo), secundadas por algún que otro rock'n'roll de neto corte stoniano ("Sad Sad Sad"), tres baladas tres: "Blinded By Love", "Almost Hear You Sigh" (que Keith Richards había compuesto durante las sesiones de su primer álbum solista el año anterior) y "Slipping Away", más algún que otro relleno ("Hold On To Your Hat", "Break the Spell"), y el broche de oro de volver en el tiempo a mediados de los '60s y una pieza de world music como "Continental Drift" (que para la ocasión los llevó a grabarla en Marruecos, y que después se usó como música de fondo para abrir cada uno de los shows de los tours) Y mi favorita del disco, "Hearts for Sale", porque así las cosas, y con un gran solo de Ronnie Wood. En definitiva, Steel Wheels y su espíritu "light" a través de todo el álbum terminó cumpliendo el objetivo comercial que se propuso inicialmente (no por nada la banda terminó dejando las tres canciones que más se acercan a su esencia como caras B de los singles: "Fancyman Blues", "Cook Cook Blues" y "Wish I'd Never Met You") Y una última confesión: nunca me gustó el sonido general del disco, si bien cumplió con la intención original (para más datos sobre este detalle, pueden leer la entrevista que hice hace unos años con Chris Kimsey, que co-produjo Steel Wheels con Mick y Keith, aquí: https://sonaglioni.wordpress.com/2017/09/09/con-chris-kimsey-productor-extraordinaire-me-gusta-el-proceso-de-grabar-crear-climas-trabajar-arreglos/ 

27 de agosto de 2018

ENTREVISTA: BILLY BOND “NO PRECISO CANTAR. CON HABLAR, YA ESTÁ BIEN”


"¿Cuánto hace que alguien no te llama Giuliano?" Ya sé, es una pregunta incongruente, pero no se me ocurre mejor cosa para comenzar a entrevistar a este señor que, de nombre muy italiano (y de apellido aún más) nació en la tierra del buon mangiare hace más de siete décadas. Es lo único de italiano que le debe quedar a Billy Bond, mejor recordado por su irrefutable rol de pionero de la escena del rock nacional de fines de los ’60, y con una biografía que destila anécdotas por doquier. “Tampoco pienso hacerte las preguntas que te hacen siempre”, le aclaro. Parece que al segundo Bond más famoso de la historia le gustó la propuesta. A esta altura del partido ya no tiene sentido indagarlo por sus años junto a La Pesada, sus quiméricas producciones de discos, su exilio a Brasil en tiempos de los comienzos de la dictadura argentina (donde sigue residiendo casi  45 años después) y demás peripecias. Sería como pedirle a alguien  que vuelva a contar el mismo chiste cuyos “grandes éxitos” fueron revisitados una y mil veces. Y que, de hacerlo (porque, vamos, a pesar del esfuerzo resulta inevitable no terminar cayendo en esa rutina), tratar de sonsacarle detalles hasta ahora poco comentados. Mejor es escucharlo referirse al aquí y ahora y ver qué tiene para decir al respecto. Lo que no es poco. Tarea para la cual, sin titubeos, el entrevistado despide cierto garbo altanero en buena parte de cada una sus respuestas. Y lo que es mejor, le sienta como anillo al dedo. A sus casi 74 años de edad, Billy Bond es la prueba viva de que el rock rejuvenece. Un contador de historias espléndidamente divertido que él mismo considera su mayor logro, lejos de su éxito como figura mítica de la plataforma del rock autóctono, la misma que hace unos días lo tuvo nuevamente de paso por Buenos Aires para darle curso a una “master class”, que no fue ni más ni nada menos que una entrevista pública un día de semana cualquiera, colmada de asistentes, y matizada con té frío y galletitas. Y donde todo el mundo terminó cantando “La Marcha de San Lorenzo” en una suerte de parodia cotidiana en la que un grupo de hinchas enfervorizados cantaba el himno después del último partido de un mundial cuya copa fue obtenida por el equipo de sus amores.
Derribador de mitos e imparable refutador de leyendas , marcadas al son de un acento a mitad de camino entre el porteño básico y el portugués, y oportunamente acompañadas por un tendal de puteadas sin miramientos, pareciera no existe otra forma de escuchar manifestarse en vivo y en directo al Sr. Bond…Billy Bond.

Ante todo quiero aclarar que voy a tratar de no hacerte las preguntas de siempre sobre los hechos más clásicos de tu carrera, porque son harto conocidos.
Si soy puto, por ejemplo…

No, por eso te decía, ninguna de las cosas que ya sabemos.
¡Jajaja!

¿Alguien de tus allegados, familiares o amigos, te llama por el nombre de Giuliano?
No, para nada. Los argentinos tenían distintas formas de llamarme, sobre todo los más viejos. Sandro y Tanguito, por ejemplo, me decían Muñeco, que es algo que me sigue diciendo hoy en día Javier Martínez. Otro de mis apodos es Bondo, que me lo puso El Carpo. Él me puso Bondo, y yo le puse lo de El Carpo.

Fue una devolución de apodos.
No, lo que pasa es que éramos todos atorrantes, y nos poníamos nombres. Oscar López era Toranzo. Nos hablábamos medio en código.

Hace 2 años te preguntabas, literalmente, qué carajo hicieron con el rock argentino. Y creo que es algo que va más allá del país, de hecho yo me lo preguntaría a nivel internacional. ¿No creés que lo que ocurrió es que se perdió es el peligro que traía aparejado, su ingrediente principal? Digo, peligro no en el sentido de algo dañino, pero sí amenazante, intimidante.
Yo te diría que hoy está tan peligroso como lo estaba en el ´72. En el sentido de analizar el ambiente, la situación del país. Obviamente es algo mucho más velado, menos directo, pero es más o menos lo que pasaba en esa época.  Lo que pasa es que creo que tengo una cierta ética y educación, y entonces no digo las cosas que debería decir.


¿Cuáles, por ejemplo?
¿Te acordás de las cámaras fotográficas analógicas? ¿O de la Polaroid? Se murieron. Y eran máquinas fotográficas. El tiempo pasa, y si no modernizás las ideas, te convertís en esa Polaroid. Entonces lo que los chicos hicieron, durante mucho tiempo, fue renovar lo que ya pasaba. Volvamos atrás en el tiempo. Cuando vino Johnny Tedesco, lo renovó a Eddie Pequenino. Después Johnny fue renovado por Sandro. Los Gatos renovaron a los Wonderful, o a los Teen Tops. Y después cuando vino Pescado Rabioso o La Pesada del Rock and Roll, los renovaron a todos ellos. Después llegó Soda Stereo y volvió a renovar todo eso. Los camaleones cambiaron de piel. Que la música y el mercado se renueven, es algo completamente natural.
Pero vos estás hablando básicamente de la industria.
De la industria, pero también de los estilos. Y si no renovás lo que estás haciendo, no sirve. No estoy hablando de renovar la ideología de lo que hacés. Luis Alberto Spinetta se renovó solo. Empezó haciendo “Muchacha Ojos de Papel”, y terminó cantando cosas en donde acompañaba a los acordes. Hacía primero los acordes, y después las melodías, para que fueran todavía más difíciles. Para que nadie los entendiera… (Risas)

Bueno, pero es que él era alguien muy especial.
Si, yo no digo que no fuera especial, solamente te revelo el secreto de lo que hacía. Él se renovó, se convirtió en un camaleón, y ese camaleón llenó estadios. Y no tocando algo que fuera comercial o comestible. Lo hizo con lo que había hecho, y cn lo que hacía en aquel momento. No es que haya implantado un estilo copiado de otro. No de esos fenómenos musicales de los cuales sabemos que son copia de copia de copia.

Tampoco es que quede algo para inventar, y entonces tal vez lo mejor sea volver atrás.
También es eso. Es muy difícil inventar el rock después de Led Zeppelin. Podés pasar al segundo paso después de Elvis, pero después de Led Zeppelin, ¿adónde vas? Metallica, tal vez, que es rock pesado pero con una tecnología mucho más moderna. El bombo del baterista de Metallica tiene un kick, un agudo, que es algo que no tenía Led Zeppelin. Se modernizan y crean un nuevo producto dentro del mismo producto.

¿No creés que todo se aburguesó demasiado?
Siempre se aburguesan. Cuando no tenés hambre, no salís a cazar. Si tenés la heladera llena, ¿para qué carajo vas a salir a cazar? Y con esa heladera llena el único peligro que corrés es el de engordar y morirte. Quise ser un poquito sutil, ¿no? (Risas)

Hablando de las costumbres de las sociedades, ¿conocés la frase de Umberto Eco sobre las redes sociales? Eco dijo algo así como que las redes le permiten la palabra a legiones de idiotas, y que estamos invadidos por los necios.
Es verdad ¿Qué me importa a mí las cosas que opinan? ¿Cómo me puede importar si tu perro cagó en la cocina?

Exacto, pero es lo que está ocurriendo. Y lo mismo sucede con la música, que se volvió algo básicamente pasatista. Así como también que se lean los títulos de las noticias, y no el contenido. ¿No te resulta algo molesto?
Estoy totalmente de acuerdo con la frase, y eso también pasa. Cuando te hacen un diagnóstico médico por computadora, se acierta casi en un 97 por ciento. Y un médico lo hace con el 50 por ciento de las posibilidades. El médico te dice “me parece que vos tenés esto”, pero siempre le parece, nunca lo sabe. La computadora te dice la posta. Y eso es la evolución, el ir para adelante. Vamos a ser devorados por la internet y el iPhone.  Ahora bien, si a vos te gusta meterte el iPhone en el culo y lo usás de consolador, entonces sos un boludo. Mejor andá y comprate un consolador. Y dale al iPhone el uso que se merece. Digámoslo así, existe el ProTools, ¿pero para qué carajo te sirve el ProTools? Antes tenés que tocar. Y entonces, que toquen primero. “No, pero lo grabamos y…” ¡No! Lo grabamos, pero antes tenés que tocar. ¿De qué le sirve a un fotógrafo sacar una foto si antes no sabe de luz, del diafragma, de la tonalidad que busca? El fotógrafo sabe muy bien que si no hay buena luz, la foto le va a salir azulada. Ok, esa es la parte de la tecnología. Ahora bien, la cámara te la metés en el orto, porque ante todo es el fotógrafo quien sabe cómo hacerlo. Vos sos el artista, y lo que hacés es consecuencia de eso. Entonces, si querés usar el ProTools, usalo.  El tema es que hay muchos pelotudos que quieren hacer música y terminan usando el ProTools para no hacerla. Ese no es mi problema, no estoy para salvar al mundo. ¿Quién te mandó a fotografiar si no sabés un carajo? ¡Jodete!

Te preguntaron cuarenta y cinco millones de veces sobre el famoso show de La Pesada del 20 de octubre de 1972, sobre la frase de “rompan todo”, sobre cuando después terminaste en la comisaría detrás del Luna Park, y todo eso.  Y después, cuando finalmente te liberaron, saliste de espaldas a los policías sin saber si no te pegaban un tiro por atrás. Y todo esto mucho antes de la llegada del Proceso.
Si dije o no dije “rompan todo”, no tiene la menor importancia. Si me preguntás si lo diría ahora, te digo que lo haría. Lo importante era el movimiento político. Nadie se dio cuenta que en ese momento la gente había empezado a rebelarse contra el propio sistema, como si fueran chicos que se rebelan. 10 años de represión donde la policía los metía en cana, los cagaba a trompadas y los mandaba a cortarse el pelo. Aquel día en el Luna Park, la policía tuvo que retirarse porque si no los hacían pelota. Más o menos como si fuera una venganza de los judíos contra los nazis. La policía tuvo que retirarse, era como si fuera un movimiento de gente.  ¿Pero qué pasó? A Tito Lectoure (N.  el legendario ex propietario del Luna Park), que era alguien represivo, fascista, y dueño de un lugar en el que se cagaban a piñas, y que tenía como 18 guardaespaldas, no le gustó un carajo que los 2000 o 3000 chicos que había ese día, los que iban a la Popular, hayan estado haciendo cola desde 1 día antes del show. No hablo de los ricos. Y la policía había comenzado a pegarles. Yo había estado a la tarde para probar sonido, y me enojé mucho con esa situación. Porque en aquella época éramos todos muy idealistas, y todo nos caía mal. El tema es que, una vez empezado el show, Tito comenzó a reprimir dentro del estadio.

Ya había un mal clima previo.
Ya había mal clima desde antes.

Como el Altamont de los Stones en California 3 años antes.
Bueno, pero en ese show los que se encargaban de la Seguridad no eran policías, sino los Hells Angels. ¡Pero claro que en el Luna Park existía un clima previo! No igual al de Altamont, desde ya, pero en esa línea. Se ve que alguien le dijo algo a Lectoure, y entonces vino la policía. Pero no la común, sino la de choque. No llamaron al policía de la esquina. Era una fuerza de choque, con palos y demás. Y entraron en el medio del show. En algún momento le dije al público, “¿están muy lejos? Vengan, vengan más cerca” Y entonces la policía se puso más pesada todavía. Y yo dije que “la violencia trae más violencia”, como decía Perón, pidiéndoles que paren. Pero empezaron a  romper todo, y finalmente la policía se batió en retirada. Fue la primera vez que una manifestación juvenil logró que la policía se retirase. Y para mí eso fue como el inicio de una gran revolución.

Fue algo más que nada simbólico.
Fue simbólico. Pero también es algo sobre lo que se quejaron los conchetos de la derecha, que decían “aah pero este gordo Billy Bond es un hijo de puta, mirá lo que hizo, nos cagó a todos, y ahora qué carajo hacemos, el rock and roll se murió…”

Los diarios también te criticaron mucho, con titulares como “Hordas de Hippies Arrasaron el Luna Park”…
Los diarios, y también los músicos, los que eran conchetos.

¿Cómo quiénes?
No, no me hagas nombrarlos…Simplemente dividilos, poné de un lado a los que estaban conmigo, y del otro a los conchetos. Pappo no era, seguro. Alejandro (Medina) tampoco. Esos estaban conmigo. Los diarios comentaron, los conchetos comentaron, se enojaron conmigo, que “se acabó el rock and roll” y que “nunca más vamos a poder hacer nada”. Bueno, pasaron 46 años de eso y vos y yo estamos hablando de rock.

¿Y te acordás del antes del show? ¿Qué habías hecho ese día más allá de ir a la prueba de sonido?
No me acuerdo nada. Fumábamos tanto que ni sabía dónde estábamos.

Lo que me recuerda a cuando uno era chico y en conversaciones con mayores, decir “La Pesada” era sinónimo de drogas, peligro…
Justamente hoy estaba comentando eso, porque nosotros no podíamos comprar las drogas pesadas. Muchos músicos se murieron por la droga, pero porque tenían plata y usaban drogas pesadas. Nosotros éramos pobres. Tomábamos Pervitin. Era eso. Anfetaminas, o nos fumábamos un faso. A ver, ¿qué músico nuestro de rock de aquella época se murió por drogas?

Ninguno.
Ninguno.  ¿Vos te creíste que Tanguito se murió de sobredosis? No. Lo hicieron boleta. Pero ninguno murió por drogas. Sí, tomábamos ácidos, pero nada de cocaína inyectable, heroína o morfina. Si fuera hoy estaríamos todos muertos. Porque existe el crack, que es un veneno. Muy barato y muy agresivo. Pinchevsky hubiera durado un mes, y Medina estaría muerto. Y yo, también muerto.

Lo de La Pesada siempre me pareció un conglomerado de músicos muy democrático, donde prácticamente todo el mundo estaba invitado a grabar.
Es que no había egos. Pappo venía, tocaba y se iba. Otros hacían lo mismo. No había preocupaciones por no estar en tal o cual disco. Ahora son todos conchetos.

Todos quieren fama.
Todos quieren fama, compiten. Les chupa un huevo la música. Yo ahora estoy tocando con cuatro pibes de los que casi no sé los nombres, y así tenemos toda la tranquilidad del mundo posible. No le debemos nada a nadie. Ahora, cuando esto se empiece a convertir en un buen negocio…

Cuando empieza a entrar la plata…
Cuando entra la mosca…Muchos terminan matándose por eso.

Tengo una duda existencial que no pienso perder la oportunidad de aclarar, y es sobre la parte en “La Operita” en donde aparece cantando Jorge Porcel.  ¿Cuál es la historia detrás de eso? ¿Estaba grabando en otra sala de los mismos estudios y se metió? ¿Lo convocaron Uds.?
Nada de eso. Lo que pasó es que nosotros éramos tan pero tan pobres, que teníamos que reciclar las cintas de grabación. Y “Tontos” fue un delirio, un suicidio artístico en respuesta a los músicos pelotudos, a los pelotudos de la prensa, y a los pelotudos en general. Tanto es así que la tapa del disco es roja, y cuando la abrís podés leer “colorín colorado, este cuento ha terminado” Me borro. Váyanse a la concha de su madre. Métanse el negocio en el orto. Por eso lo considero un suicidio artístico. Nadie que tenga la cabeza en su lugar hubiera hecho un disco así. Ahora bien, como buenos suicidas, lo hicimos bien. Nos cortamos las dos venas, no solamente una. Por las dudas, cosa que no falte nada…

¿Y lo de Porcel fue parte deliberada del suicidio, entonces?
Es que no teníamos plata para comprar cintas nuevas, entonces usábamos las mismas que habíamos usado antes.  Las cintas del primer LP de La Pesada no existen más porque les habíamos grabado arriba el Número 2. Entonces, por ejemplo, en el medio de todo ese mambo que fue “Tontos” apareció cantando Pajarito Zaguri, y lo dejé. Y de repente en esa cinta que usamos también apareció cantando el Gordo Porcel, y le pusimos una viola encima.

¿O sea que eso había quedado de antes en la cinta?
Estaba en una cinta vieja.

¡Aclarado, finalmente!
Bueno, eso es algo que no lo sabe nadie.

Ahora sí se puede saber.
Así como tampoco nadie sabe sobre el disco que grabé con Hugo y Osvaldo Fatorusso. Litto Nebbia lo copió la vida entera. A Hugo. Los acordes, todo. Fatorusso es un capo. Hay toda una tendencia de gente más fina que lo admira mucho. Y yo, que soy de una línea un poco más agresiva, que estoy del otro lado…

Del lado políticamente incorrecto.
Eso, del lado políticamente incorrecto, que había reventado el Luna Park y no sé qué, y entonces toda esa tendencia admiraba a un tipo que vivía conmigo. Osvaldo, que tocaba la viola, vivió 2 años conmigo aquí en Buenos Aires. Y Hugo tocaba el bajo. Y yo hice un LP entero con los dos.

Esto fue post Los Shakers, imagino.
Sí, bien post-Shakers. Antes que Hugo se fuera a los Estados Unidos. Y ese disco nunca se editó. Hay sólo dos canciones en el mercado, “Toro Campeón” y “La Gran Rabona”, con letras de Escardó, música de Hugo, y cantadas por mí.

¿Qué Escardó? ¿Florencio, el médico? ¿El que salía con moñito en la tele?
El mismo. ¡Mirá qué trío! Pero el disco nunca fue editado. Lo llevamos a la compañía Music Hall y no les resultó comercial. Yo era fuerte ahí, esto antes de La Pesada. Yo vendía mucho. La Pesada no vendía un carajo, 500 discos como mucho. Pero Billy Bond vendía mucho, yo era famoso. Cantaba en bailes para 3000 o 4000 personas. Y yo tenía mucha fuerza en la compañía, tanto es así que todo lo de La Pesada, Pappo, etc., lo hicimos en Music Hall. Yo estaba  a cargo de esa línea, y la línea de Microfón, que era Talent, con Pescado Rabioso y todo eso, la cuidaba Jorge Álvarez, porque yo no podía meterme con lo de Pescado Rabioso. Al principio estábamos todos juntos pero después cuando empezó a aparecer la plata, los bandos comenzaron a ponerse en su lugar. Como sea, ese disco nuestro nunca se editó.

¿Es lo que más lamentás que se haya perdido?
En realidad, te confieso, está todo perdido. No hay nada que no esté perdido.

¿Qué hay de cierto sobre nuevas reediciones de los discos de La Pesada?
Sí, todos los de La Pesada se van a reeditar en vinilo, CD, y en plataformas digitales. Ya tengo todos los derechos. Pero no creo que salgan antes del año próximo.

Hablemos un poco de tu vida en Sao Paulo. ¿Cuánto hace que vivís en Brasil,  40 años?
Y, en Brasil soy poderoso. Ya llevo casi 45 años viviendo allí. Hicimos “Vida”, el primer disco de Sui Generis, hace 46 años. Después hubo tres más, y cinco de Pappo, así que ponele que me fui en el ’74 o en el ’75. Entonces llevo casi 45 años.

Fuera de tu fase como productor allí, dirías que como artista la época más fuerte fue cuando integraste Joelho do Porco?
No, viene de antes. Yo fui el productor y director de Ney Matogrosso, el número uno del país.

A eso apuntaba, para terminar hablando de Ney.
Ney era el número uno. Estaba Dios, y Ney Matogrosso. Él ya estaba con Secos e Molhados, con quienes vendió 2 millones de discos. Y yo, es como que yo se lo robé a los brasileros, porque de alguna manera él terminó eligiéndome. Pero después uno de los pelotudos del grupo le dijo que el nombre Secos e Molhados era suyo, y que Ney era un boludo y que no funcionaba. Le cortaron las gambas. Ney se queda en banda, el grupo se desarma y pierden millones de dólares. Todo el mundo del mercado se puso loco por eso. Yo conocía a Ney de antes de Secos e Molhados, porque dos de los dos músicos que tocaban en el grupo eran argentinos. Uno era el contrabajista, Willie Verdaguer, y después estaba el baterista, Marcelo Frías, que había tocado en La Cueva. Cada vez que yo viajaba a Nueva York, antes paraba en Sao Paulo. Y en una de esas paradas me llevaron a uno de los primeros ensayos de Secos e Molhados, antes que grabaran. Y fue ahí cuando conocí a Ney. Solíamos andar bastante juntos, salíamos a  la noche a tomar cerveza…Y entonces cuando el grupo se separa, Ney me elige a mí. Dijo “lo quiero a Billy”.

Y así fue como terminaste produciendo su primer disco solista.
Sí, lo hice yo. Se llamó “Água do Céu-Pássaro”. Es el disco que “mató”, que vendió una fortuna. Me quedé con Ney por 2 años seguidos, porque por entonces yo no sabía hablar portugués. Y después, cuando aprendí, monté Joelho de Porco. Al principio no querían aceptarme, no sabían nada de rock. ¡Y yo venía de producir a Sui Generis, a Pappo! Y en 6 meses era el grupo número uno.


Más allá de tus roles de músico, productor, o performer, como te gusta definirte, siempre fuiste un gran desmitificador. El primero de los mitos que negaste es que Sandro nunca cantó en La Cueva.
No, y por dos cosas muy simples. En los tiempos en que él venía a La Cueva, fue en la época de sus inicios, y la foto que él se sacó allí era una de publicidad para la CBS. Venía  a las 3 de la mañana a tomar whisky Smuggler mezclado con Añejo W. Nosotros pichicateábamos el whisky para que parezca más cantidad. La foto se publicitó diciendo algo así como “Sandro el Gitano abre La Cueva” En aquella época él todavía no vendía nada. Él llegaba  a La Cueva a esa hora con una gorda fea que era al menos 10 años mayor que él, se tomaba unos whiskys y cantaba unos boleros con un piano desafinadísimo que era una mierda. A esa hora, a 3 o 4 de la mañana, no había gente en el lugar. Éramos yo, mi mujer de aquella época, y alguno que otro más. Y la segunda razón muy clara que explica por qué Sandro nunca cantó rock and roll en La Cueva era porque ahí no había micrófonos. Entonces eso nunca ocurrió. Pero para ser justo, sí te digo que cantó rock and roll en la segunda Cueva, en la calle Rivadavia. Hay una foto de él conmigo cantando juntos en el mismo micrófono. Sandro nunca cantó rock en la primera Cueva.

También dijiste que La Pesada “no vuelve ni volvería, porque todos los regresos son para robar”
Sí. Creo que las vueltas son curros. Es gente que sabe que dice “bueno, estoy muerto, vamos a volver y ganarnos un dinero” En el fondo, la gente que se separa, lo hace por alguna razón. Por una pelea. Nadie deja de visitar a alguien siendo amigo o hermano. Entonces les va mal haciendo carrera solista y vuelven a juntar a la banda.

Fuiste parte de las negociaciones de la visita de Queen a Argentina en 1981 ¿Alguna anécdota de cuando trabajaste en la visita de Van Halen en el ’83?
Ninguna anécdota. El negocio ya estaba establecido. Van Halen se compró y se trajo. El productor local era Alfredo Capalbo, y yo el de Brasil. Por eso yo hice Queen y Van Halen allí. Y salió como el orto. No metí más de 5000 personas en el Parque de Ibirapuera de Sao Paulo.

Insisto, ¿alguna vez te ofrecieron volver con La Pesada?
Sí, y hace 20 años que digo que no, por más que me ofrezcan la plata que me ofrezcan, porque sería un vuelto. Y yo no necesito de eso. Todas las cosas materiales que quiero tener,  las tengo. Pero lo que vale no es lo material. En definitiva, toda la gente que se acercó a la charla que di el otro día es mucho más fortuna que toda la plata de la gente que puede pagar para venir a verme cantar en el Luna Park. Y aparte yo no preciso cantar, no tengo esa necesidad. Con hablar ya está bien.
Fotos: Florencia Giuliana
Agradecimientos: Mónica Delfino (Prensa)

10 DISCOS ESENCIALES – THE ROLLING STONES “30 GRANDES ÉXITOS” (1977)


Ante todo, permítaseme una sugerencia. Que a nadie se le ocurra preguntarme cuál es mi disco favorito de los Stones, porque sinceramente la pregunta se quedará sin respuesta. No me pidan opinar sobre una obra integral que comprende ya…uff, más de 56 años de carrera. ¿Que si alguna vez lo intenté? Muchas. Pero siempre con el mismo resultado, el de optar distraerme con cualquier cosa ante la chance de hacer un esfuerzo inútil. Tal vez sí pueda atreverme a decir cuál es mi era favorita, a lo que sin titubeos responderé que la de los ’60, y sólo poque creo que sin los años junto a Brian Jones no hubiera sucedido nada de lo que vino después. Y también porque las etapas más embrionarias de cualquier tipo de artista siempre me resultaron las más interesantes. Por lo que a la hora de elegir un disco stoniano que haya sido parte fundamental de mi vida me decido por el que fue el primero que compré. O, en todo caso, que me compraron. Y vaya debut, entonces. Aquí están 30 de sus más grandes canciones divididas en 2 LPs. 8 por lado en el disco 1, y 7 en cada cara del disco 2. Del ’64 al ’71, y respetando el orden cronológico. De “Not Fade Away” a ‘”Brown Sugar”, 30 GREATEST HITS (que aquí se conoció como 30 GRANDES ÉXITOS) fue editado por el sello ABKCO en 1977, y oportunamente lanzado también en Argentina en el mismo año. Me resulta imposible acordarme de dónde lo adquirí, pero casi seguro fue en una disquería de Flores, o bien en un local de canje de libros, revistas y discos usados del mismo barrio al que solía visitar todas las semanas. Pero sí recuerdo que, siendo yo todavía muy chico, al ver los seis miembros del grupo en la tapa, pensé que se trataba de un sexteto. Por suerte me di cuenta de mi error a los pocos días.

25 de agosto de 2018

ROLLING STONES: A 36 AÑOS DE LA EDICIÓN DEL ÁLBUM ‘TATTOO YOU’


Un día como el de hoy, pero hace 37 años (otros dicen que fue el 27 de agosto), se editaba TATTOO YOU, álbum stoniano no. 16 lanzado en el Reino Unido, y no. 18 en USA. Para entonces los Stones necesitaban hacer un disco nuevo que les permita tener una buena excusa para salir de gira. El que lo precedió, Emotional Rescue (lanzado apenas el año anterior) había tenido poca suerte a nivel comercial, por lo que de esa manera ahora podían salir a presentar dos discos de estudio a la vez.
Tenían algunas nuevas canciones escritas, pero el tiempo era tirano y había que hacerlo rápido, por lo que a la dupla Jagger/Richards se le ocurrió salir a revisar demos y partes sueltas de canciones que habían quedado de viejas sesiones de grabación desde 1973 en adelante, y así finalmente eligieron dos que databan de los años de Goats Head Soup ("Tops" y "Waiting On A Friend"), otras dos de Black and Blue ("Slave" y "Worried About You"), tres de Some Girls (incluyendo "Hang Fire" y el megahit "Start Me Up", que originalmente tenía ritmo de reggae), y cuatro más que habían sido pensadas para el mencionado "Emotional Rescue". Mick agregó algunas nuevas pistas vocales, a lo que se sumó la participación del legendario Sonny Rollins en saxo, y con todo eso los Stones finalmente tuvieron su nuevo disco listo y pronto, el mismo que les permitió hacer dos extensas giras presentación (USA 1981 y Europa 1982), y que también fueron las primeras en la historia del grupo que le generaron ingresos millonarios.

21 de agosto de 2018

10 DISCOS ESENCIALES – CHUCK BERRY “ROCKIN’ AT THE HOPS” (1960)


¡Mi primer disco de Chuck Berry! A decir verdad, el primero que compré en vinilo. Hasta aquel momento tenía casi todo lo que Chuck había registrado, pero en cassette (toda una antigüedad, ¡pero qué lindo sonaban!…amén de haber sido en su momento un fiel soldado de las milicias del walkman y haberme gastado medio PBI de Noruega en pilas…) Digámoslo así, antes del arribo de la cultura digital, y su canilla abierta a casi todo, los discos de Berry eran un tanto difíciles de obtener en el país. Había que ir a disquerías especializadas y, en el mejor de los casos, te los grababan a cambio de un precio razonable. O bien el destino te llevaba a hacerte amigo de alguno de esos disqueros y te los terminaban grabando de onda, a lo que tampoco logré resistirme. A lo que se agrega una nueva página: como muchos de sus contemporáneos, aquellos arquitectos de la cultura del RnR de mediados de los ’50s, Berry tenía pocos álbumes de estudio. Lo más común de todo era la cultura del single (o simple, si les gusta más) Uno tras otros, según los dictados de la industria, lo que derivaba en una o varias recopilaciones (en el caso de Chuck, fueron muchas) a las que iban terminando a parar todas esas canciones que se editaban de a dos. Por lo que a los 20 años yo todavía era un ansioso (y ergo, fracasadísimo) consumidor de Chuck Berry que todavía no lograba saciar su instinto. Fue precisamente cuando hace ya bastante tiempo, en ocasión de un viaje de vacaciones a Rio de Janeiro junto a unos amigos, me dirigí a la (hoy desaparecida) disquería Modern Sound, en la clásica avenida Barata Ribeiro de la ciudad carioca. Modern Sound era “la” disquería de importados en Brasil, con alguna que otra que le hacía la competencia en Sao Paulo. Pero Modern Sound las superaba a todas en caudal. Un palacio de vinilos importados a diestra y siniestra capaz de dejar boquiabierto al más insaciable de los buscadores de buena música. Y también de frustrarme, como aquel último día de mi estadía cuando me dirigí al sitio en cuestión con apenas unos reales (o cruzeiros, por entonces) y encontrarme con no menos de veinte LPs por los cuale me babeaba descaradamente. Recuerdo haber visto no menos de 10 o 12 de Berry, pero mis fondos de aquel momento (reitero, fue al final del viaje) no me permitían comprar más de uno, y tal vez agregar alguna edición local brasilera de menor precio. Sin titubeos, el elegido fue el maravilloso Rockin’ at the Hops. Y no sólo por ser uno de los pocos discos integrales de estudio que editó (lejos de los singles o recopilaciones), sino que también, como la historia lo supo detallar ampliamente, era uno de los discos que Jagger llevaba debajo de su brazo el famoso día de su reencuentro con Keith Richards en la estación de trenes de Dartford en 1962. Así las cosas, tras contar las monedas que me quedaban, literalmente, terminé haciéndome de tal magnífica pieza, a lo que agregué la edición brasilera de Knocked Out Loaded de Dylan, que se había lanzado recientemente. No me voy a extender mucho sobre el disco porque para eso están las canciones que lo componen (ni tampoco esta vez me sobra el tiempo para hacerlo), pero desde aquí invito a todo degustador a hacer un recorrido por las doce canciones que componen a este disco originalmente publicado en 1960 (seis por lado), y grabado durante la era Chess Records, desde “Bye Bye Johnny” hasta “Let It Rock”, las mismas que, oh casualidad, han integrado el repertorio stoniano, y de tantos más, por décadas.
Y como si todo esto fuera poco, un capítulo más. Rockin’ at the Hops fue el disco que Berry me firmó en su primera visita a Argentina, en 1993 (y cuya imagen ilustra este comentario) Anécdota la cual invito a todo interesado/a a repasar en esta nota que escribí en ocasión de la muerte del más influyente de los padres del rock’n’roll, en marzo del año pasado. Enjoy.
https://sonaglioni.wordpress.com/…/papito-chuck-el-padre-d…/

16 de agosto de 2018

10 DISCOS ESENCIALES – BLONDIE “EAT TO THE BEAT” (1979)


Descubrir semejante disco a los 12 años de edad no tiene precio, y más si era en la (hoy por hoy extinta) disquería de importados Boing-Boing en el barrio de Flores, a cuyos vecinos melómanos nos tenía maravillados semana tras semana cual caja de sorpresas. Se trataba simplemente de entrar y encontrarse con decena de cajas con vinilos apiladas esperando a que alguien se apiade de ellos. Y entre esos estaba yo, claro. Recuerdo haberme llevado tres discos ese mismo día: “Face Dances” de los Who, “Wave” de Patti Smith y, por supuesto, Eat to the Beat, que iba a terminar resultando una de las mejores elecciones de mi vida. Los que lo conocen saben de qué estoy hablando. Cuarto disco del grupo, el que los sitúa en el punto de balance exacto entre Parallel Lines (el que lo precedió) y Autoamerican, que se editaría al año siguiente. Esto es ni más ni menos que Blondie a punto de caramelo, a pesar de los favoritismos que suelen inclinarse por sus trabajos anteriores. Describir Eat to the Beat mediante palabras resulta un ejercicio insuficiente. Empezando por su hermosa tapa y contratapa con los seis integrantes del grupo en rabioso blanco y negro (tres en cada cara, a cargo del fotógrafo Norman Seeff, quien había hecho las fotos de la contratapa “Hotter Than Hell” de Kiss unos años antes), y con esa mirada de Debbie Harry tan difícil de olvidar. Por el resto, en cuanto a lo musical, Eat to the Beat es uno de esos álbumes de eterna frescura en su permanente despliegue de rock, pop, disco y new wave, y fiel a la era en que vio la luz, absolutamente bailable. Y si bien a esa altura del partido al sexteto Harry/Stein/Destri/Harrison/Infante y Burke no le quedaba por demostrar lo buenos que ya eran por entonces, pocas veces en la vida se puedan superar canciones como “Dreaming”, “Accidents Never Happen”, o dejar de sacudirse hasta la hemiplejia con “The Hardest Part”, “Atomic” (no hacía falta esperar al cover que aparece en “Trainspotting”) o “Die Young Stay Pretty”. Mientras que ningún ser humano que se precie de contar con un oído delicado logre difícilmente resistirse a la dulzura de “Shayla”. Dejo para el final a “Slow Motion”, tal vez mi canción pop favorita de todos los tiempos (nunca el sonido de los ’60 estuvo tan bien representado) Por su frescura, por su buen gusto, por la voz de Debbie, y sobre todo porque en lo personal, es la que más vivamente mantiene el recuerdo de mi mamá, que amaba a esta canción más que nada en el mundo (si bien fue la más fiel escucha de todos mis discos a medida que iba creciendo, y que solía amarlos y conocerlos tanto como su dueño) Nada puede trasportarte a un lugar y a un sentimiento en particular como el poder de una melodía. “Slow Motion” me sigue permitiendo sentirla cerca como ninguna otra canción, y verla sonriendo junto a mí después de estos más de 6 años de no tenerla físicamente conmigo. Y que también fue quien me compró Eat to the Beat en aquella disquería del barrio de Flores que tantas alegrías me trajo.
Un dato más: a no perderse el homevideo del álbum que la banda lanzó por entonces (más tarde editado en formato DVD junto a la reedición el disco), que incluye promos de todas y cada una de las canciones del disco. O buscarlas en YouTube, no hace falta decirlo. Enjoy.

15 de agosto de 2018

10 DISCOS ESENCIALES – BOB DYLAN “STREET-LEGAL” (1978)


Ante nada aclarar que éste fue, es y será mi disco de Dylan “de culto” favorito por excelencia. Nombrar mis discos preferidos de Dylan me resulta tan imposible como hacerlo con los de los Stones. Considero a ambos artistas parte de una obra íntegra que poco tiene que ver con cada trabajo en particular, por lo que a cualquiera que se le ocurra preguntarme esto alguna vez, no me quedará más remedio que decepcionarlos y cerrar el diálogo con una cálida sonrisa. No es fácil elegir discos predilectos de uno, pero sí siempre vale la pena hacer el esfuerzo y entonces referirse (reitero, a regañadientes) a esos que más te marcaron, con los que creciste o seguís creciendo y, más específicamente, esos que nunca pero nunca pudiste dejar de escuchar desde aquella primera vez en que los descubriste. Así las cosas, descubrí a Street-Legal (un juego de palabras que determina cuando un vehículo cumple con los requisitos necesarios para circular por determinadas calles, sobre todo en las zonas más transitadas y/o comerciales de las grandes ciudades) apenas terminaba la escuela primaria, apenas unos años después de su edición original. Porque si de algo me enorgullezco es de haber empezado a escuchar música muy prematuramente, lo que me permitió sacar cierta ventaja y ganar mucho tiempo a la hora de poder disfrutarla. A lo que agrego que, dentro mi eterna fascinación con las canciones, sus creadores y su contexto (que me resultan tan necesarios para sobrevivir como la alimentación, e incluso diría más), también se me torna muy difícil explicar esto de las emociones que te pueden producir. Por eso, para empezar a hablar de este disco hay que referirse primeramente a las emociones. Porque es ante todo un disco que apunta a los sentimientos más profundos, potenciados por un Dylan que decide desnudar su corazón tras varias tormentas amorosas (si bien no tanto como en discos como Desire o, claro, Blood on the Tracks, su más claro ejemplo) Y si es por referirse a la emociones, ¿quién mejor que uno de los letristas más destacados de todos los tiempos para plasmarlas? Por si todo esto fuera poco, Dylan también se ocupó de acompañar esa catarata de sentimientos, por momentos de los más desgarrados que puso sobre una hoja, con sonidos de belleza irrestricta. Fiel a su estilo de ir contra la corriente, y en plena era “disco”, Dylan arremetió con un trabajo sin precedentes en su carrera. Y recurriendo a buena parte de la “creme de la creme” de los sesionistas que pudo encontrar para la ocasión. Nunca antes se escuchó tanto saxo y trompeta en ninguno de sus trabajos, ni siquiera de cerca, que en Street-Legal cumplen un rol fun-da-men-tal, y son esos instrumentos entonces, sumados a los bellísimos coros gospel a través del álbum (¡por Dios!, nunca mejor dicho…), que convierten a su disco No. 18 en un trabajo esencial. Y que deliberadamante habrá apuntado a que tenga cierta difusión en las FM de aquella época, porque ese sonido así lo habilitaba. ¡Es que Dylan nunca cantó tan lindo! Desde el comienzo con la bellísima “Changing of the Guards” y toda su poesía bizarra (que llevó a muchos de sus fanáticos más fundamentalistas a complicarse la existencia tratando de decodificarla), el blues de “New Pony” (con un magnífico solo del guitarrista Billy Cross), “No Time to Think” (superando la barrera de los 8 minutos, y en ritmo de minué), y la hermosísima “Baby Stop Crying”. Pero el verdadero plato fuerte empieza con el lado B (porque soy un fiel defensor de la era en que los discos eran editados y planificados así) y “Is Your Love in Vain?”, que tal vez sea la balada más hermosa alguna vez compuesta (digámoslo así) y, a mi entender, con la más profunda de todas las letras del álbum (“Muy bien, me voy a arriesgar, voy a enamorarme de vos…¿Estás lista para arriesgarlo todo, o es tu amor en vano?”, y demás preguntas que muchos todavía seguimos haciéndonos) La segunda del lado 2 es “Señor (Tales of Yankee Power”), acaso la canción de más aproximamiento al período introspectivo religioso que Bob atravesaba por entonces, e inagurando la etapa que continuaría con los discos Slow Train Coming, Saved y Shot of Love. La catarata melódica sigue en “True Love Tends to Forget” y “We Better Talk This Over”, antes de cerrar con “Where Are You Tonight? que entre tanta letra dedicada a sus contrapartes amorosas, incluye su más claro guiño a la dualidad geminiana que tantó lo benefició como lo atormentó a lo largo de su existencia (algo que los geminianos entendemos muy bien) cuando dice “luché con mi gemelo, el enemigo interior, hasta que ambos caímos”.
Y un dato más: en lo posible sugiero conseguir la versión remasterizada que se editó en 1999, con un cambio radical en el sonido general del disco, y también con unos minutos más de duración sobre el final de “Changing of the Guards” como bonus.
Si amás Street-Legal tanto como yo, ya sabés que vamos a poder entendernos mejor…